¡Es hora de dar un paseo! Como de costumbre, te pones los zapatos, te pones la chaqueta, tomas tu bolso. Hasta ahora Toutou lo está haciendo bien. Entonces llega el momento de sacar la correa: ¡pánico inmediato a bordo! Tu amigo de cuatro patas está temblando, babeando, tratando de refugiarse fuera de tu alcance. Todos los días se repite el drama y ya no sabes cómo manejar a tu perro que le tiene tanto miedo a la correa. Pero, ¿por qué este trozo de cuerda o nailon sería como un instrumento de tortura? ¿Y cómo puedes ayudar a tu loulou para que se calme? Esto es lo que te vamos a explicar en este artículo.
¿Por qué un perro tiene miedo a la correa?
Desde la incomodidad que se siente durante el apego hasta el terror que provoca la simple vista de este imprescindible accesorio canino, se observan diferentes grados de miedo en determinados perros. Ya sea por un shock traumático o como consecuencia de conductas repetitivas, el miedo experimentado a causa de la correa se puede interpretar de varias formas. Por ejemplo, un perro que siempre está libre, que vive al aire libre todo el año o que no está acostumbrado a que lo aten a los paseos, verá en este nuevo objeto una indeseable restricción. Puede tener miedo a lo que su humano le impone de repente sin haberlo preparado, o incluso desarrollar una fobia.Antes de llegar a tu hogar, tu compañero canino ha tenido experiencias de las que desconoces más si lo has adoptado de un refugio o de particulares a través de un anuncio clasificado. Desgraciadamente, si hoy en día le tiene tanto miedo a las correas, podría ser que:
- su antiguo amo lo golpeó con una correa;
- la correa se usaba como parte de un castigo;
- el perro permaneció atado parte de su vida;
- la correa solo se usaba para experiencias negativas (visita al veterinario, depósito en una pensión, mal encuentro con un congénere…);
- etc.
Además, algunos perros temen a las personas y no les gusta el contacto cercano. La correa es un vínculo estrecho con los humanos, no necesariamente apreciado: todos necesitan su espacio vital, cuyo tamaño varía de un individuo a otro.
No refuerces el miedo de tu perro
Sea cual sea el motivo, no debes reforzar el miedo de tu perro. Querer consolarlo abrazándolo o mimándolo en exceso en un momento de estrés le demostrará que su ansiedad está justificada. Tu objetivo es tranquilizarlo sin añadir demasiadas emociones a esta dolorosa situación: ponle fin quitando el objeto del drama. Mantente siempre constante y sereno, para mostrarle a tu loulou que no hay nada excepcional aquí y que puede confiar en ti. Por supuesto, no recomendamos el uso de la fuerza, que es totalmente innecesaria en cualquier caso, que se intensificará y anclará. el sentimiento de miedo ya presente.
Confía en tu amigo de cuatro patas
Momentos privilegiados lejos de la fuente del pánico para fortalecer la relación y la complicidad que tienes con tu perro y dar fe de tu confiabilidad. Para este último punto, nada podría ser más sencillo: asegúrate de ser coherente en todas tus acciones. Cuanto más confíe en ti, menos miedo tendrá de lo que consideras normal. No olvides que tu compañero, una verdadera esponja emocional, tenderá a adoptar la neutralidad si tú mismo no expresas ningún sentimiento. Redobla tu atención y multiplica los ejercicios lúdicos: ¡eres fuente de alegría y no de disgusto!
Asocia la correa con momentos de placer
Al principio, tienes que acostumbrar a tu perro a la correa poco a poco, sin atarlo. Te espera un trabajo a largo plazo: asocia este accesorio a momentos agradables (condicionamiento positivo). Para hacer esto, puede, por ejemplo:
- Deje la correa colgando junto a su comedero mientras come. Ojo, para no producir el efecto contrario (la comida asociada a una impresión negativa), es mejor quitarlo o alejarlo dependiendo de la sensibilidad del animal.
- Coloque el accesorio en el suelo con sus golosinas favoritas y luego ofrezca a su perro que las pruebe.
- Sostén la correa en tu mano o llévala contigo durante tus juegos.
- Cúbralo con mantequilla de maní o queso para untar para que lo lama.
Con una familiarización gradual, convertirá su correa en un artículo cotidiano que acompaña a las actividades más interesantes de su perro.
Avanzar paso a paso
La paciencia y la amabilidad están en el juego: no proceda demasiado rápido, a riesgo de ver a su perro retroceder. Cuando el objeto en sí se haya integrado bien en la vida del perro con las técnicas vistas anteriormente, puede intentar sujetarlo al collar o al arnés. Después de engancharlo, suelta la correa. ¡Felicitalo si no reacciona, se lo merece! Luego desátalo. Estos breves momentos durarán más y más y deben ser tantos éxitos. Si tu perro no puede controlar su miedo, vuelve al paso anterior, cuando ya no sienta miedo frente a la correa que cuelga, puedes sujetar el otro extremo. Este paso también se realiza con cuidado, tomando tiempo. Una vez bien adquirida, llevar la correa ya no representará ninguna molestia y finalmente aprovecharás para llevarlo a pasear, a un lugar que le guste, a ejercitar sus actividades favoritas, etc. Por lo tanto, la correa definitivamente se convertirá en un signo de placer ¡Aún un poco de paciencia antes de la consulta veterinaria o la peluquería!
Premia a tu perro para animarlo
En cada etapa de aprendizaje, puede recompensar a su compañero con juegos, caricias, felicitaciones en voz alta o golosinas. Si opta por esto último, probablemente tendrá que recalcular la porción de su próxima comida.Los cánidos necesitan motivación para actuar y adquirir los comportamientos adecuados. La gratificación emocional, lúdica o alimenticia lo incita a renovar una actitud; esto se llama refuerzo positivo. Depende de usted encontrar qué recompensa tiene más valor a los ojos de su compañero Ahora sabe cómo manejar el miedo de la correa de su loulou. Sin embargo, si a pesar de nuestros consejos tu perro fóbico no progresa, no dudes en pedir ayuda a un educador-conductista.